En el caso cubano si partimos de la premisa de la inviabilidad e ineficacia del libre concurso multipartidario tal y como lo conocemos en nuestros días, pronto arribaremos al verdadero dilema del asunto, al "Centro Neurálgico" del "Cómo?"Cómo y quién "el pone el cascabel al gato" de una vez y por todas?...Qué modelo pudiese funcionar en Cuba de cara a una "transición a la paz" (llamémosle así)?
Todos los que responsablemente evalúan las posibles soluciones al problema cubano concluyen que los cambios, preferiblemente, deben comenzar desde "adentro", desde la actual estructura estatal o mejor dicho -y para ser más claro- desde el mismísimo "lóbulo frontal" del entaramado dictatorial castrista. Se requiere indefectiblemente que el propio régimen adopte "una nueva estructura mental" y convoque pacífica y ordenadamente, a toda la sociedad civil (la de dentro y la de fuera) a una Asamblea Constituyente "abierta", una Asamblea de toda la sociedad encaminada a la elaboración de una nueva Carta Magna que una vez aprobada en Referendo invite a la elección libre y soberana de las nuevas autoridades de la República de Cuba.
Aseguro que no faltará quién se cuestione escandalizado, Por qué tendrían que ser las actuales autoridades, la plataforma de arranque del proceso de transición a la paz en Cuba?...Es que dicha transición necesita de orden y tranquilidad (imperiosa necesidad geopolítica) para que fluya sin sobresaltos y se ejecute exitosamente; es la estabilidad que demanda nuestro gran vecino, el coloso del norte. Si contáramos con que una "nueva estructura mental" del actual Estado cubano decida por fin y en aras de que el cambio sea confiable, disolver los órganos represivos de la Seguridad del Estado, liberar incondicionalmente todos los presos de conciencia y que el Partido Comunista de Cuba abandone definitivamente el papel de "órgano rector de la sociedad" y se divorcie definitivamente del Estado, la estabilidad del proceso quedaría garantizada por instituciones tales como el Ejército, la Policía, el Poder Popular y la Defensa Civil. Una autoridad supranacional regional como por ejemplo, la Organización de Estados Americanos (O.E.A) sería entonces la entidad idónea para tomar la responsabilidad inicial del proceso de cambio cubano a través de un
Fideicomiso ( vaya nombrecito!) previa consulta nacional. Un fideicomiso, ya sea hemisférico o bajo la bandera de la Organización de Naciones Unidas (O.N.U) posibilitaría que en un lapso más o menos corto se creen los fundamentos del nuevo Estado cubano y se consoliden instituciones críticas tales como el Ejército, Policía y el Poder Judicial, que habrán de transformarse en modernos instrumentos del naciente Estado que garanticen la estabilidad y continuidad en una sociedad democrática. En el caso de la transición española, para poner un buen ejemplo, la creación de la Policía Civil, entidad que garantiza el orden interior como alternativa a la otrora temida Guardia Civil franquista, ha resultado en un modernísimo y eficaz aparato del Estado, en tanto discretamente se ha procedido al desmontaje gradual del fiero aparato represivo que fueron en su día los "Picoletos". Aunque parezca a algunos descabellada esta idea, resultaría esta via, más ajustada a la realidad de nuestra sociedad y entorno. Un esquema que "despolitice" la creación y construccion de un nuevo Estado resulta más congruente con la apatía política generalizada, los intereses económicos del país e incluso con la crispación y el rencor de los grupos más radicales situados en cada extremo del espectro político. Es éste, el gran reto.
No podrá desconocerse jamás el debate político de partidos u organizaciones civiles en una sociedad libre pero en el caso cubano, sería saludable que este discurriera en un ámbito estrictamente independiente del propio proceso de construcción del nuevo Estado y con sus propios recursos. Esto es, podrían llegar las "vacas sagradas" de las distintas tendencias políticas, aún con toda la plata del mundo, llevar su mensaje de una punta a la otra de la Isla, si así es su deseo, pero no sobre la base de candidaturas de caudillos políticos sino de propuestas o modelos de cara a un nuevo Estado, de esquemas de desarrollo económico y social y compromisos con proyectos nacionales o locales para ser sometidos al escrutinio y debate en la base de la sociedad misma. Atrás quedaría y para siempre la era de los superlíderes con prerrogativa total sobre los recursos y desiciones que afectan a toda una Nación. Solamente concibo viable en Cuba- es mi modesta opinión-la conformación de una nueva estructura estatal desde la sociedad civil. Un Estado "con todos y para el bien de todos" como el que soñó José Martí tendrá que ser forzosamente "apolítico" e imparcial, vehículo portador del consenso de todo un pueblo.
Cómo eregir un Estado desde la sociedad civil? Parece la pregunta del millón pero aunque parezca irónico pienso es el sistema electoral actualmente vigente en la Isla, tal vez retocado, el que resulta la plataforma más adecuada a los intereses de nuestro pueblo y país. El eufemísticamente llamado Poder Popular habría sido todo un éxito de participación ciudadana de no haber sido manipulado y amañado sistemáticamente por el Partido Comunista y FC desde su surgimiento. Sería esa institución el medio propicio de donde salga una Asamblea Constituyente, terreno de vivo debate durante dicho proceso y de donde posteriormente surjan los nuevos administradores de la Patria cubana. En la era informática, con los adelantos tecnológicos disponibles hoy día, el proceso de consensuar el criterio de una sociedad entera puede que sea menos complicado de lo que podámos imaginar.
El nuevo Estado cubano tendrá que ser necesariamente "tecnocrático", un aparato administrativo con independencia de los partidos políticos y que se sostenga exclusivamente por los mecanísmos de participación ciudadana desde la propia base de la sociedad, que será en definitiva, quien habrá de llevar las riendas del nuevo Estado.
Sería éste, escenario ideal, breve esbozo armado ciudadosamente, visión particular, suerte de viaje al futuro, travesía en la que debemos prescindir de consideraciones tales como "salvar la Revolución" o "restaurar el Capitalísmo" en interés de nuestro futuro y sus nuevas generaciones. Resulta hoy muy difícil imaginar otras rutas desde la perspectiva de una transición pacífica y oredenada. Todo depende las autoridades de Cuba.
Buena suerte a todos!
(Fin)