Al sacerdote zen Taigu se le pidió que se convirtiera en el abad del templo. Una mujer del lugar que había perdido un hijo acudió a pedir al nuevo abad que llevara a cabo los ritos funerarios.La mujer dijo al sacerdote zen: "Me consideraría muy afortunada de ser favorecida por vuestra compasión. Por favor, decidme dónde ha ido mi hijo".Taigu zen no pudo contestar.
La mujer se fue llorando amargamente.
El sacerdote zen se dijo a si mismo: "Yo pensaba haber alcanzado la realización. La pregunta de esta mujer me ha mostrado que ignoro el punto esencial. De qué me vale ser abad en un templo?".
Así pues, Taigu zen abandonó su posición y se fue, buscando profundizar su comprensión del zen.
2 comentarios:
Excelente, así son todas las parábolas e historias zen, maravillosas. Mi eterna novia, la actriz María Eugenia García, de Teatrova de Cuba, siempre ha leído libros de ese tipo, como El Canto del Pájaro, que modelan la vida y las actuaciones humanas, a partir de proverbios y situaciones zen. No conocía tu blog, Constancio, sin embargo me ha gustado mucho, ya nos visitaremos, saludos y un abrazo, Josán Caballero.
Gracias José Antonio. Ya me di un salto por tu blog que tampoco conocía. Nos vemos por el camino seguramente. Un abrazo.
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